Seguramente te habrá pasado que a veces tu mente va más rápida que tu cuerpo, adelantas acontecimientos y llenas tu cabeza de preocupaciones superficiales que te impiden disfrutar del presente. 

Te pasas el día corriendo de un sitio a otro a lo correcaminos, como si de una competición de triatlón se tratara pero no por gusto, la mayoría de las veces por obligación.

Te confieso que yo he seguido este ritmo frenético bastante tiempo, pero hará unos meses mi cuerpo empezó a dar señales de socorro a los que no quise prestar demasiada atención hasta que llegó un día en el que mi cuerpo decidió no seguirme el ritmo y me dejó literalmente tirada en el suelo mordiendo el polvo. 

Mi cuerpo me dijo: ¡Basta, así no vamos a ningún sitio! y a la fuerza me pasé meses sin poder apenas moverme.


Muchos vivimos sumergidos en un sinfín de exigencias: tener éxito en el trabajo, ser buena madre, la pareja perfecta, el hijo ejemplar, estudiar idiomas o cumplir con una lista interminable de compromisos sociales. Todo ello, nos obliga a seguir el famoso ritmo Non-Stop, un estilo de vida ajetreado y estresante que se ha convertido en una moda difícil de no seguir.


Y es que nos han educado para que seamos lo más rápidos y eficientes con todas las tareas diarias, y cuantas más hagamos a la vez mejor nos irá en nuestras vidas porque está muy mal visto ser lento.  

Pero si piensas un poco, te darás cuenta de que este estilo de vida que nos viene impuesto por la sociedad está muy reñido con ser feliz. 

Cuando vas corriendo a todas partes pierdes el norte, vives atrapado en una vorágine en la que no hay un momento para la reflexión, se anula la capacidad para disfrutar del presente y también te vuelves incapaz de apreciar los pequeños placeres de la vida que todos conocemos.


Existe un movimiento internacional llamado slow fundado en 1986 que respalda la idea de vivir sin prisas, promueve ralentizar todas las actividades de nuestra vida (comer, andar, trabajar…) para llevar una vida más plena y desacelerada. Su lema es: “No desperdicies tu vida corriendo”

La clave está en escoger a conciencia aquello que quieres hacer y dedicarle el tiempo que se merece. Su mensaje es claro: “Detente, haz las cosas más despacio, organízate para hacer menos, pero mejor”. Y esto no tiene nada que ver con ser un vago, tiene que ver con hacer las cosas de corazón y disfrutándolas.


En mi caso a la fuerza aprendí la importancia de ponerle freno a mi mente, la necesidad de darle un respiro a mi cuerpo y pararme a pensar más a menudo. 

Y cuando reflexionas eres capaz de escoger las actividades que realmente merecen que dediques tu tiempo y de desechar aquellas en las que lo estas malgastando. Esto te permite centrarte en tus metas, no perder el norte y adoptar una actitud más pausada, razonada y segura.


Yo lo tengo cada vez más claro: “Menos es más para ser feliz”, y de bien poco sirve desperdiciar tu vida corriendo, a mí por desgracia me llevó al suelo.


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Seguramente habréis tratado con personas que exageran la gravedad de todo lo que sucede en su alrededor, son dramáticas por naturaleza, casi siempre están malhumoradas y se pasan el día quejándose por todo, acostumbran a hablar con desprecio superioridad y viven siempre al borde del incendio.

Todos podemos tener malos días, pero estoy hablando de personas que viven con mucha angustia, que son inestables emocionalmente y tienen muchas neuras en la cabeza que les impiden ser felices.


Cuando convives o trabajas con una personas así no es nada fácil llevarlo bien porque suele ser contagioso y puede llegar a crear un ambiente tempestuoso. Así que tomad nota porque a continuación os cuento algunos consejos que quizá os puedan ser útiles para tratar con personas al borde de un incendio:

  • Lo primero para mi es entender que esa persona se comporta de un modo  irracional y que en ese estado es imposible hacerla entrar en razón. Se comporta así porque su mente enfermiza se lo provoca. Suele tratarse de personas infelices, perdidas, con complejo de inferioridad o con muchos miedos que creen que lo correcto es tratar a los demás con superioridad y/o agresividad.
  • Aceptar a estas personas tal y como son es crucial porque nos permitirá no sentirnos ofendidos por sus calamidades. ¿Por qué? Porque cuando interiorizas que esa persona está enferma mentalmente tu actitud de rechazo inicial hacia ella se convierte en sentimiento de compasión y cuando sientes lástima por alguien es más difícil que sus acciones te afecten.
  • Para que no te influyan sus faltas de respeto tienes que tener muy claro que el dueño de tu mente eres tú mismo y por este motivo, no debes dejar que los pensamientos irracionales de los demás  se apoderen de ti. Es crucial armarte de fortaleza mental y convencerte de que tu pensamiento racional y tus valores están por encima de la opinión de esa persona incendiaria.

  • Otra cuestión clave es no intentar razonar con esa persona cuando haya perdido los nervios. Ten cuidado porque te provocará para que entres en su juego pero te aconsejo que no lo hagas porque lo único que sacaras de ello es mucha mala sangre y un desgaste de energía enorme que luego te pasará factura.

  • Te recomiendo que la trates con la mayor asertividad posible, que expongas tus razones pero si ves que es imposible que salga de su estado neurótico, para mi lo más útil en estos casos es darle la razón, sí como a los locos, y quitarle hierro al asunto. Incluso, a veces, un toque de humor puede ayudar a sacarle de su neura. Quizá utilizando alguna frase como: “Sería genial que me trataras bien. No es necesario pero sería la monda...”.

  • Es importante también que estas personas no perciban una actitud sumisa porque intentarán aprovecharse de ello y atacarte en cuanto detecten tus puntos débiles. Tampoco os recomiendo ponerse a su nivel de agresividad por el desgaste que supone y porque no servirá de nada. Pienso que lo mejor es adoptar una actitud asertiva con cierta indiferencia; que tu cara diga “No me afecta lo más mínimo lo que estas diciendo”.

Resumiendo, si os veis obligados a tratar con personas al borde de un incendio recordad que vosotros sois los únicos dueños de vuestra mente, no dejéis que sus pensamientos irracionales se apoderen de vosotros, intentad aceptar su locura y sobretodo armaros de mucha fuerza mental porque: ¡Tú puedes con eso y mucho más!

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Lidiar con el sufrimiento es necesario en ciertas etapas de nuestra vida y la verdad es que bien poco o nada nos enseñan al respecto, hasta que lo experimentas con tus propias carnes no eres consciente de la magnitud que el sufrimiento puede alcanzar ni del dolor que uno mismo puede llegar a tolerar. Por eso hoy me he decidido a hablar sin tapujos, porque del sufrimiento nadie se libra.


Cuando pierdes a una persona que quieres el sufrimiento no te lo quita nadie. Esto tiene que pasar por ti, no queda otra, pero también pienso que ayuda mucho vivirlo como un aprendizaje más en tu vida que te va a fortalecer y a cambiar por completo. Verás que este tipo de sufrimiento conlleva cambios radicales que de otra forma no te plantearías.


Mi experiencia con el sufrimiento es como una sensación de caída libre muy dolorosa en la que llega un punto en el que tocas fondo y de ahí no pasas. En ese estado, a veces, se enciende una luz dentro de tu mente que te permite ver con claridad tu esencia, tus principios, valores y/o deseos más ocultos. Cuando consigues levantarte ya no eres la misma persona, eres muy consciente de lo efímera que es tu vida y de la importancia de vivir amando la vida y a los demás, siendo fiel a tus principios y ofreciendo lo mejor de ti misma.


Pero hay otros tipos de sufrimiento que son muy distintos al descrito y que hay que saber diferenciar. Por ejemplo, conozco a personas, sin ir más lejos, mi padre que se pasó gran parte de su vida sufriendo por los demás. Era un sufridor nato desde siempre y como él hay muchísimas personas que viven así sus vidas: su felicidad depende de la felicidad de los demás

Muchas veces me decía: “Cuando te oigo reír como ahora soy la persona más feliz del mundo” y así lo era. Pero cuidado con esto porque también era capaz de pasarse toda una noche en vela padeciendo porque me había escuchado llorar. Este último es un tipo de sufrimiento innecesario, lo que yo llamo, “sufrir por sufrir”, una creación de tu mente irracional que genera un círculo vicioso, justo lo que ahora mismo yo no quiero en mi vida y espero que tú tampoco. 

Y¿por qué? Porque tengo muy claro que el sufrimiento constante por hechos banales a la larga es totalmente destructivo y conlleva, nada más y nada menos, que a descuidar tu bienestar mental y tu salud física.


Para mi son admirables todas aquellas personas que sufren desgracias con mayúsculas en sus vidas y como consecuencia, viven etapas plagadas de sufrimiento y de mucho dolor. Pero pasado un tiempo, salen adelante con una nueva versión mejorada de ellos mismos, los miras y brillan con luz propia, desprendiendo en todo lo que hacen una fuerza arrolladora. En este momento de mi vida y espero que para ti también quiero que estas personas sean nuestro referente a seguir.

Lidiar con el sufrimiento para mi es saber aceptarlo, vivirlo de la forma más digna posible pensando que es un aprendizaje más en tu vida

En definitiva, una forma de crecimiento personal que nos permitirá romper moldes para crear una nueva filosofía de vida mucho más equilibrada y fructífera.

Y hasta aquí mi primera lección sobre como lidiar con el sufrimiento. Espero que esta entrada haya servido para aliviarte almenos un poco y por supuesto, ¡no dudes en compartirla con quién le pueda ser de ayuda!



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Hoy me gustaría compartir con vosotros un vídeo que es posible que conozcáis sobre el Alfabeto Emocional del Dr. Hitzig. ¡Dentro vídeo!



Los fuegos que se presentan en nuestras vidas nos generan mucha “mala sangre”.Cuando te encuentras en ese estado eres incapaz de pensar en los efectos que el estar así puede provocar en tu salud y no le damos la más mínima importancia.


En este vídeo queda bien claro lo que pasa en nuestro cuerpo.Las conductas R propias de la mala sangre: resentimiento, rabia, reproche, rencor, rechazo, resistencia o represión son generadoras de cortisol, una potente hormona del estrés, cuya presencia prolongada en sangre es letal para las células arteriales ya que aumenta el riesgo de adquirir enfermedades cardio-cerebro-vasculares. 


Según el doctor Hitzig, “hacerse mala sangre” es un exceso de cortisol y una falta de serotonina en la sangre. La serotonina es una sustancia química que genera en nuestro cuerpo tranquilidad, aleja la enfermedad y retarda el envejecimiento celular. Es considerada también como la responsable de mantener el equilibrio en nuestro estado de ánimo.


Y como habréis visto en el vídeo las conductas que elevan los niveles de serotonina son las S: serenidad, silencio, sabiduría, sexo, sueño, sonrisa o sociabilidad. Y estos comportamientos generan a su vez actitudes A: ánimo, aprecio, amor, amistad y acercamiento. Estas últimas actitudes son las que queremos y debemos potenciar al máximo en nuestras vidas sí o sí.


Todas estas razones son más que suficientes para trabajar en alejar de nostros la “mala sangre”. Encarar los fuegos con otra filosofía. ¿Cuál? Os voy a explicar la mía: visualizo la imagen de la señal STOP ante un pensamiento negativo, con esto lo paralizo y lo corto de cuajo. Para que no remita, empiezo una actividad nueva a ser posible física (dar un paseo, limpiar o leer algo interesante), cualquier tarea que te mantenga la mente ocupada sirve, también la que ya os expliqué en mi primer post de escribir sin más. Pasada una hora, el fuego se ha reducido, sigue ahí- los fuegos raras veces desaparecen- pero mi mente está mucho más calmada y abierta para verlo en perspectiva y encontrar soluciones ante un problema que ha dejado de ser una montaña rusa.

Otro recurso para alejar quejas o pensamientos negativos que cuesta pero que es muy efectivo es sacar a relucir nuestro lado más cómico. Se trata de intentar ver en clave de humor el problema en cuestión para quitarle hierro al asunto. Os pongo un ejemplo, has tenido una discusión con tu pareja que te ha afectado mucho y estas de muy mala leche. Te recomiendo que en tu estado por un momento te imagines que sois los protagonistas de la película de "La Guerra de los Rose", sí la del matrimoni perfecto que acaban los dos como un santocristo.Te tienes que poner en el papel de verdad y cuanto más cómica sea la escena de la película mucho mejor te irá, por ejemplo, haciendo un lanzamiento de platos o esa llave de karate que se te da tan bien ;). Espero que esta visión te provoque almenos una sonrisa que te ayude a ver el problema que tienes con tu pareja como un granito de arena.


Entonces sí que ha llegado el momento de: ¡Apagar fuegos sin mala sangre!, y a ser posible acordaros de atajarlo con mucha serotonina.


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A veces sin ser muy conscientes de ello nuestra mente tiene una gran facilidad para crear moldes rígidos que no te dejan mover con soltura. Por ejemplo, un molde para mi era pensar que mi familia debía estar para siempre al completo, sana y feliz. Esto es un estado idealizado, una clara necesidad y exigencia que yo tenía en mi vida y por supuesto no podía imaginarme lo contrario.

¿Qué pasa cuando esto no se cumple? Cuando falleció mi padre de forma totalmente inesperada y repentina lo que me sucedió es que no me quedó más remedio que romper con ese molde infranqueable que me había creado para continuar con mi vida.

Me gustaría ponerte otro ejemplo de creación de moldes que se da muy a menudo.Pongamos el caso de una pareja que decide compartir su vida, se van a vivir juntos y desean formar una familia, pero pasan los años y no nace ese hija/o tan deseado. Esa ilusión de tener un hijo se convierte en una necesidad, y puede llegar el punto en el que esa pareja no conciba su proyecto de vida conjunta sin llegar a tener hijos y que se sientan frustrados, atrapados dentro de un molde que ellos solos han creado y en el que no hay margen de maniobra.

Los moldes para mi son en definitva deseos en la vida que se convierten en necesidades y exigencias que no te dejan avanzar cuando no se cumplen.

Aún así, creo que es necesario tener esos deseos porque son los que de verdad nos mueven y nos hacen crecer, pero también pienso que es muy importante conseguir que ninguno de ellos se convierta en una necesidad indispensable para ser feliz.

Romper moldes es para mi un ejercicio mental de lo más saludable y a veces cuando pierdes a una persona querida por desgracia se vuelve necesario, no queda otra.

Hay que abrir la mente, aceptar la realidad y mirar la vida con otros ojos distintos que te permitan ver todas las tonalidades donde al principio solo consigues ver el negro o el blanco. No es fácil pero con fuerza de voluntad todo es posible.

Personalmente recomiendo pensar en planes de vida alternativos (B, C, D...), cuantos más y dispares sean mucho mejor. Y sobretodo nunca quedarse con el plan A porque la vida te pone a prueba y por experiencia sabrás que no siempre tus deseos o planes se cumplen.  

Esto te permite ser más flexible y más fuerte a la hora de por ejemplo, afrontar mejor las adversidades que se presentan a tu casa la mayoría de las veces sin invitación y de malas maneras.

Para trabajar en romper moldes, ayuda mucho pensar como uno de mis gurús, el piscólogo Rafael Santandreu, a quien tuve el gusto de conocer en un ascensor, pero esa historia ya mejor te la cuento otro día...

Rafael explica que para tener una vida plena no necesitas una familia feliz, ni tener hijos, ni una pareja, ni un buen puesto de trabajo ni el coche o la boda de tus sueños. Únicamente precisas tener las necesidades más básicas cubiertas ( agua, comida y un sitio donde cobijarse) y el resto son todo necesidades inventadas de las que él recomienda desprenderse porque sin darnos cuenta nos hacen ser más débiles, nos complicamos la vida y ya, para el colmo de los colmos, nos lo ponemos cada vez más díficil para ser felices.

Para acabar con esta entrada sólo quiero añadir que somos más capaces de lo que nos pensamos. Así que al lío: ¡A romper moldes!



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Me he decidido a escribir este post porque pienso que quizás tú también puedas estar atravesando una crisis personal como la mía por haber perdido a un ser muy querido. En todo este proceso de duelo me ha ayudado mucho, lo que llamo Mi Autoterapia que consiste en "Escribir Sin Más".

Por poner un ejemplo claro, escribo conversaciones que tendría con mi padre si estuviera aquí, me pregunto ¿qué me diría él en esta situación? Intento colarme en su mente y hacerme con algunos de sus consejos y pensamientos. Aviso que al principio es muy doloroso pero con el tiempo tiene un efecto liberador y a mi me ayuda a tomar decisiones. También, es reconfortante pensar que aunque él ya no esté aquí para guiarme en persona, su personalidad, su mente o su saber-hacer está todavía conmigo al haber compartido casi toda una vida juntos.

También, escribo todo lo que siento, todos los sentimientos que experimento pero sobretodo redacto pensamientos irracionales que a veces secuestran mi mente. Sí aquellos que te invaden, no te dejan avanzar o te roban el sueño.¿Y os preguntaréis por qué? Porque escribir sin más es mi autoterapia para superar momentos difíciles y me ayuda mucho a ver las cosas con más claridad. A mi personalmente me funciona y lo comparto esperando que a ti también te sirva.

¿Cómo lo hago? Cuando noto que algo en mi interior empieza a brotar en contra de mi voluntad cojo el boli si tengo un bloc de notas a mano o el teclado del portátil. Entonces empiezo a escribir de una forma frenética sobre todo lo que se me pasa por la cabeza.

Es importante escribir sin ningún tipo de filtro, soy muy consciente de que no escribo para ser leída o para la edición de una futura novela.

Cuando he vaciado mi mente completamente, no me queda ningún pensamiento más, entonces abandono y dejo de pensar en ello, pero antes siempre lo guardo en un buen escondite que luego pueda recordar. ¿Por qué lo guardo? Quizás puedas pensar que este tipo de notas no tengan mucho interés pero sí las tienen y mucho. Todo lo que hayas escrito cobra valor cuando pasan unos días .


Pasados unos días ha llegado la hora de sacar polvo al portátil y leer con calma todo lo que hayas escrito haciendo uso de tu mente más racional.

Verás que hay muchos pensamientos que se repiten que pueden ser dañinos y que pueden estar causando bloqueos en tu día a día, por ejemplos frases como: “no puedo más”,"no lo voy a superar nunca” “estoy muy cansada/o de esto”, “no aguanto a fulanit@”, “esto es injusto” o “no me lo merezco”. Todas estas frases son fruto del catastrofismo habitual en personas como tú o como yo que atraviesan un mal momento en su vida o también tienen que ver con el neuroticismo imperante en la sociedad actual.

¿Y ahora qué hacemos? No queda otra más que darle la vuelta a la tortilla. Y esto sólo se puede hacer con la mayor de nuestras destrezas, haciendo uso de la razón. Así que manos a la obra y a darle al coco. 

Hay que cambiar el “no puedo más” o “no lo voy a superar nunca” por “si otras personas han podido superarlo yo también puedo, “soy capaz”. Puedo ser feliz a pesar del cansancio que me produce esto o nadie se ha muerto antes por aguantar a fulanito, hay circunstancias mucho peores en esta vida. El “esto es injusto” o “no me lo merezco” hay que pensar que el mundo está lleno de injusticias con las que no nos queda más remedio que aprender a convivir. De nada sirve dedicarnos a estar continuamente quejándonos de todos y por todo porque es una auténtica pérdida de tiempo que conlleva un desgaste emocional y de energía brutal, por experiencia te lo digo.


Si no te gusta algo en tú vida, ¡cámbialo! Es muy fácil decirlo, ¿verdad?...En mi casa siempre me han dicho que "Quién algo quiere, algo le cuesta" y querer es poder, hay que perseverar y ser constante hasta conseguirlo. Y si no puedes cambiarlo la mejor lección que he interiorizado es aprender a aceptarlo en tu vida con dignidad.

Esto va a ser así siempre, por más lloros o pataletas que tengas, no va a cambiar, por lo que no queda otra que vivir con ello digiriéndolo poco a poco y sin amargarte la existencia .

¡Aviso para navegantes!: "No soy psicóloga ni experta en el tema". Escribo sólo desde mi experiencia personal pensando en personas como yo que puedan estar viviendo momentos complicados.

Ya para terminar, una persona mayor me dijo: “Todo pasará, ya lo verás...” y la verdad que a mi todavía no se me ha pasado, pero deseo que así sea para algún día poderle dar toda la razón.


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