Muchas veces me pregunto si las personas estamos hechas para vivir nuestras vidas siempre con la misma pareja o hasta qué punto el amor puede unir a dos personas para toda su eternidad. 

Mi duda nace de la evidencia de que todos los seres humanos evolucionamos. Nuestros pensamientos, miedos, comportamientos o gustos cambian con el paso del tiempo. Lo cierto es que todo fluye y quién te puede asegurar que tu pareja quiera compartir la vida siempre contigo, cuando todo es cambiante y los sentimientos son la mayoría de veces un mar de dudas.

Es muy posible que en tu vida hayas escuchado pronunciar la fatídica frase: “Ya no estoy enamorado de ti”. Son las palabras que acostumbran a sortear una ruptura amorosa y que cuando te las sueltan te hacen sentir como si un samurái te estuviera atravesando el cuerpo por la espalda con una katana.

Y es que un día puedes despertar sintiendo que estas enamorado hasta las trancas de alguien, pero al día siguiente puedes conocer a otra persona que te haga perder el mundo de vista y sentirte como un Dios en el mismísimo cielo. 

Para mí el enamoramiento es un ingrediente más de una relación amorosa y con el tiempo se valoran otros componentes que consiguen impedir que llegados al punto crítico la relación no se vaya al traste. Pero cosa a parte, todos conocemos a un sinfín de parejas que con o sin amor pasional permanecen unidas toda su vida.

Y es que la monogamia nos la venden como la panacea de la felicidad, esto se traduciría en la frase: “Pon una pareja en tu vida para la eternidad y serás feliz”. Es una creencia irracional que respalda la monogamia por los siglos de los siglos, la forma más extendida de relación entre hombres y mujeres. Lo cierto es que nos empeñamos en adoptarla en nuestras vidas por pura convicción, sin cuestionarla lo más mínimo.

Hay estudios que demuestran que nuestra biología no está diseñada para la monogamia, el conocido efecto coolidge describe un fenómeno en virtud del cual tanto hombres como, en menor medida, mujeres muestran un aumento de la disposición a mantener relaciones sexuales ante la presencia de nuevos compañeros receptivos. Esto viene a decir que probablemente no hayamos evolucionado para entregarnos a una sola pareja y que la exclusividad sexual perpetua no forma parte de nuestra naturaleza.

En resumidas cuentas,  tener una misma pareja para toda la vida no es buena idea desde el punto de vista evolutivo. 

¿Pero realmente una pareja para toda la vida te hace feliz? Yo soy de las que opinan que nadie hace feliz a nadie, cada persona es responsable de su propia felicidad y que quizás estés sacrificando mucho de ti por querer estar con una única persona toda tu vida. 

Creer que necesitamos una pareja para ser feliz es una carga muy grande, es un factor externo que tú ni nadie puede controlar. Yo creo que en la renuncia nace la fortaleza, cuando eres capaz de soltar a personas de tu vida, andando ligero de equipaje por la vida.

Las relaciones están evolucionando, se vuelven dinámicas y abiertas. Un claro ejemplo de ello es el famoso poliamor o la más reciente anarquía relacional, toda una revolución que defiende un poliamor sin etiquetas o distinciones de relaciones y que entiende la amistad como un tipo de amor más.

Aunque no lo parezca, otras formas de amor son posibles, quizás en un futuro próximo la monogamia pase de moda y la fidelidad llegue a esfumarse de nuestras vidas. ¿Y por qué no?



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