¿Harto de ser un correcaminos? Date un respiro con la filosofía slow

28 mayo
Seguramente te habrá pasado que a veces tu mente va más rápida que tu cuerpo, adelantas acontecimientos y llenas tu cabeza de preocupaciones superficiales que te impiden disfrutar del presente. 

Te pasas el día corriendo de un sitio a otro a lo correcaminos, como si de una competición de triatlón se tratara pero no por gusto, la mayoría de las veces por obligación.

Te confieso que yo he seguido este ritmo frenético bastante tiempo, pero hará unos meses mi cuerpo empezó a dar señales de socorro a los que no quise prestar demasiada atención hasta que llegó un día en el que mi cuerpo decidió no seguirme el ritmo y me dejó literalmente tirada en el suelo mordiendo el polvo. 

Mi cuerpo me dijo: ¡Basta, así no vamos a ningún sitio! y a la fuerza me pasé meses sin poder apenas moverme.


Muchos vivimos sumergidos en un sinfín de exigencias: tener éxito en el trabajo, ser buena madre, la pareja perfecta, el hijo ejemplar, estudiar idiomas o cumplir con una lista interminable de compromisos sociales. Todo ello, nos obliga a seguir el famoso ritmo Non-Stop, un estilo de vida ajetreado y estresante que se ha convertido en una moda difícil de no seguir.


Y es que nos han educado para que seamos lo más rápidos y eficientes con todas las tareas diarias, y cuantas más hagamos a la vez mejor nos irá en nuestras vidas porque está muy mal visto ser lento.  

Pero si piensas un poco, te darás cuenta de que este estilo de vida que nos viene impuesto por la sociedad está muy reñido con ser feliz. 

Cuando vas corriendo a todas partes pierdes el norte, vives atrapado en una vorágine en la que no hay un momento para la reflexión, se anula la capacidad para disfrutar del presente y también te vuelves incapaz de apreciar los pequeños placeres de la vida que todos conocemos.


Existe un movimiento internacional llamado slow fundado en 1986 que respalda la idea de vivir sin prisas, promueve ralentizar todas las actividades de nuestra vida (comer, andar, trabajar…) para llevar una vida más plena y desacelerada. Su lema es: “No desperdicies tu vida corriendo”

La clave está en escoger a conciencia aquello que quieres hacer y dedicarle el tiempo que se merece. Su mensaje es claro: “Detente, haz las cosas más despacio, organízate para hacer menos, pero mejor”. Y esto no tiene nada que ver con ser un vago, tiene que ver con hacer las cosas de corazón y disfrutándolas.


En mi caso a la fuerza aprendí la importancia de ponerle freno a mi mente, la necesidad de darle un respiro a mi cuerpo y pararme a pensar más a menudo. 

Y cuando reflexionas eres capaz de escoger las actividades que realmente merecen que dediques tu tiempo y de desechar aquellas en las que lo estas malgastando. Esto te permite centrarte en tus metas, no perder el norte y adoptar una actitud más pausada, razonada y segura.


Yo lo tengo cada vez más claro: “Menos es más para ser feliz”, y de bien poco sirve desperdiciar tu vida corriendo, a mí por desgracia me llevó al suelo.


 ¿Quieres suscribirte a Apagando Fuegos? Sí quiero








Pásate por aquí a comentar...¡Espero que este post te haya ayudado!
Publicar un comentario

¡Gracias por tu comentario!