¿Qué te hace pensar que puedes cambiar a tu pareja?
Cuando te enamoras de alguien eres prácticamente incapaz de ver sus desperfectos y creas una imagen idealizada de esa persona sin quererlo. Al principio de la relación recopilas datos que confirman la imagen de tu pareja ideal y que te reafirman en tu elección. Con el paso del tiempo empiezas a ver los defectos que no encajan con la imagen que tienes en tu cabeza de tu pareja perfecta. Y es en este punto, cuando puedes llegar a pensar que es posible cambiar a tu pareja para que cumpla tus expectativas.

¿Y por qué sucede esto? Porque con el tiempo vas tomando conciencia de que tu pareja no es perfecta y te frustras cuando su forma de actuar o de pensar se aleja de lo que en tu mente consideras como lo correcto o lo que tú harías.  Y es entonces, cuando tu solo construyes un muro que te impide aceptar a la persona que amas tal cual es y decides tomar cartas en el asunto para amoldarla a tu gusto.

Hay una conocida frase que refleja esta creencia irracional: “Cariño, eres perfecto…Ya te cambiaré". Si bien es verdad que las personas pueden cambiar, para dar este paso es indispensable que realmente tu pareja quiera hacerlo, y aun queriendo, se requiere de mucho esfuerzo y fortaleza mental para lograrlo. Por mucho empeño que tú le pongas, aunque sea por una buena causa y con la mejor de tus intenciones es casi imposible que cambie si ese deseo no nace de uno mismo.

Cosa aparte, te voy a dar 4 razones de peso que te van a permitir alejarte de la creencia de querer cambiar a tu pareja y centrarte en tu propio cambio racional para tener una relación más sana:

  1. #La pareja ideal no existe: es una creación de tu mente que no se corresponde con la realidad. Para deshacerte de ella te aconsejo que aprendas a romper moldes.
  2. #Deja de luchar para que otro cambie: es algo que no está en tus manos ni depende de ti. Supone un desgaste de energía en balde y genera conflictos e inseguridad en la relación.
  3. #Sé tú el cambio que quieres ver en el mundo: es una frase de Ghandi que viene a decir que la clave está en cambiar tu actitud y comportamiento para dar ejemplo e influir en el cambio que deseas ver en los demás.
  4. #¿Estarías dispuesto a ser tú como quiere tu pareja?: al ponerte en su lugar quizás te des cuenta de lo insensato que puede ser intentar amoldar a otro en el esquema mental idealizado que tienes en tu cabeza.

También, te puede ser útil poner en una balanza las virtudes y defectos de tu pareja y ver hacia donde se decanta. Si se descompensa hacia los desperfectos, plantéate si te compensa continuar el camino juntos. En el caso de compensarte con creces, para tener una relación de pareja saludable lo mejor para ambos será asumir la aceptación incondicional  de tu compañero de viaje.

Es crucial aquí tener claro que una cosa es desear que tu pareja diga o haga tal cosa y si es el caso puedes decírselo con asertividad y a modo de sugerencia, y la otra bien distinta, que hay que evitar a todo costa, es que tal preferencia se convierta en una necesidad y que al incumplirse genere en ti frustración y un conflicto con tu pareja. Si es el caso, trabaja a fondo tus pensamientos irracionales para no condicionar tu propio bienestar a lo que haga o deje de hacer tu pareja.

Si todavía estas como yo preparando tu maleta para irte de viaje, no olvides incluir en tu equipaje de mano el neceser con los 4 potingues de fragancia racional, la camiseta de la aceptación incondicional, el vestido asertivo con las sugerencias y deja en tierra el marco con la foto de tu pareja ideal porque seguro que te va a incordiar.

http://apagandofuegos.us11.list-manage2.com/subscribe?u=faee8b8a0ac516e3c0b2ae263&id=a6f62a3568


No dejes que el secuestro emocional te controle a su antojo


Es posible que hayas podido experimentar más de una vez algún secuestro emocional, son momentos en los que pierdes el control de tu mente, sientes un estallido de emociones que te dominan y eres incapaz de pensar con claridad. La verdad que siempre he tenido curiosidad por entender cómo en cuestión de segundos emociones como la ira, el miedo o la tristeza pueden controlar tu mente y cuerpo a su antojo.

Resulta que la principal culpable de este estado es la amígdala, una parte de nuestro cerebro donde se procesan y almacenan las reacciones emocionales y que se dedica con devoción a encontrar posibles amenazas externas. La amígdala examina el entorno y se cuestiona siempre si cualquier estímulo puede ser dañino para ti.

Cuando la amígdala detecta una amenaza activa una señal de alarma que envía al resto del cerebro  y que anula el funcionamiento de la corteza prefrontal, la zona del cerebro que te permite reflexionar y evaluar lo que está sucediendo de forma racional. Al quedar impedida esta parte,  la amígdala consigue tomar el mando de todo poniendo a su disposición todos los recursos  para responder sin filtro a la supuesta amenaza.

Estando en estado de alarma tu cuerpo segrega unas hormonas que consiguen tensar tus músculos, agudizar los sentidos, reducir el campo visual y acelerar el pulso. Todo ello sucede porque tu cuerpo se prepara para luchar o huir ante un supuesto peligro.  Por eso, durante los secuestros sientes unas ganas tremendas de arremeter contra alguien o de salir por patas.

La amígdala siempre hace el primer filtro de las señales externas y tras su evaluación llegan a la corteza prefrontal, por este motivo es habitual que las emociones te abrumen y tomen las riendas de tu cuerpo porque a veces se esquiva el cerebro pensante.

Este sistema de alarma se ha quedado algo obsoleto porque si te paras a pensar veces contadas sufres amenazas que ponen en riesgo tu vida. En la mayoría de situaciones que vives no necesitas que la amígdala secuestre el resto del cerebro y menos todavía tu parte racional. Por este motivo muchas veces te arrepientes de las respuestas toscas e irracionales que acostumbras a tener durante el secuestro.

Si bien es cierto que hay momentos en los que es imposible evitar un secuestro emocional, también lo es el hecho de que no tenemos porque siempre ser víctimas de un desbordamiento emocional, puedes entrenarte para evitarlo o aprender a manejarlo mejor.

A continuación, he recopilado 4 recursos de autoayuda que te pueden ayudar a evitar un secuestro emocional:

  1. Aprender a diferenciar entre situaciones que son un peligro de aquellas que no lo son. En la vida pasamos por muchos momentos estresantes y estremecedores pero la mayoría no suponen un peligro real, por lo que no hay necesidad de perder los nervios, tensarse o enfadarse a la primera de cambio.
  2. Si eres capaz de prever el secuestro, intenta en ese momento concentrar tu atención en la respiración y mientras hacerte las siguientes preguntas: ¿Vale la pena alterarse tanto por esto?  ¿Realmente esto que me sucede tiene tanta importancia? Respondiendo a estas preguntas estarás dando razones para impedir que la amígdala lleve a cabo el secuestro de tu parte racional.
  3. Ser consciente de los síntomas que experimentas cuando te disgustas o las cosas no salen como te esperabas: sudoración, acaloramiento, tensión muscular o dolor de cabeza son algunos de ellos. Es importante identificarlos para buscar mecanismos de escape que te permitan reducirlos.
  4. Sólo cuando haya pasado el secuestro serás capaz de analizar qué te ha conducido al estallido emocional . Ser consciente de los hechos y los síntomas te ayudará a racionalizar el proceso para evitar la respuesta automática en situaciones futuras que puedan desencadenar un nuevo secuestro


En resumidas cuentas, no es plato de buen gusto ni para ti ni para los demás presenciar un secuestro emocional. Así que lo mejor será entrenarte para evitarlo o aprender a manejarlo mejor, y de este modo, no dejar que controle tu mente y cuerpo a su antojo.


¿Quieres suscribirte a Apagando Fuegos? Sí quiero




Bájate del burro y patea el orgullo
En mi infancia recuerdo que cuando empezabas en un cole nuevo te decían que tenías que defenderte con orgullo para que nadie te pisoteara el almuerzo o te humillará bajándote la falda hasta los tobillos delante de tus compañeros. Nunca entendí muy bien cómo funcionaba eso del orgullo, porque si eras el nuevo y estabas en el punto de mira, de bien poco servía para evitar este tipo de atrocidades.

Hoy tengo claro que el orgullo no es un arma ni una virtud ,como muchos la han querido considerar, es para mí un desperfecto por todo lo que ser una persona orgullosa puede acarrear en tu vida.

Las personas orgullosas suelen tener el ego muy subido y un exceso de confianza en ellas mismas. Las reconocerás porque no paran de hablar de ellas mismas, no se interesan nunca por la vida de los demás porque lo único que les importa es su propio ombligo y con el tiempo terminan aborreciendo a la gente que les rodea. A veces, incluso el orgullo puede llegar a ser una máscara que sirve para ocultar un sentimiento de inferioridad o un miedo a reconocer los propios errores.

He visto de muy cerca a familiares que por orgullo han dejado de hablarse durante muchos años de su vida en los que han ido acumulando rencor e incluso odio por un malentendido que podría haberse solucionado poniendo un poco de buena voluntad en una charla conciliadora. Este tipo de orgullo que puede ser motivo de ruptura de todo tipo de relaciones es el que hay que patear con todas tus fuerzas. 

En discusiones acaloradas con tu pareja, un amigo o un compañero de trabajo es muy común que emerja el orgullo porque claro todos queremos tener la razón, es algo inherente al ser humano, y cuesta mucho ceder cuando uno es un poco terco u orgulloso.

Ahora bien, cuando exhibes el orgullo en todo su apogeo es un sentimiento exagerado, nocivo e incluso devastador.

Si lo piensas fríamente no te aporta nada bueno: te desestabiliza, pierdes los nervios, te crea mala sangre e incluso te puede provocar rabia. Así que en estos casos lo más apropiado y saludable es aplicarse y mucho en hacer oídos sordos.

Y es que el gran enemigo para enmendar este tipo de discusiones es el orgullo que se alza como un muro infranqueable que te ciega y te deja sin capacidad para razonar.

Muchas personas sin saberlo viven sometidas por el orgullo porque piensan que siempre tienen la razón, todo lo hacen perfecto y no les entra en la cabeza que hayan podido equivocarse en algo y menos todavía que tengan que pedir perdón a nadie.

Para solucionar cualquier disputa existe una palabra mágica que se llama perdón, cuanto antes la pronuncies todo volverá a la normalidad.

Con el perdón evitarás que el conflicto se agrande y paralizarás el cúmulo de rabia y resentimiento. Pero a veces puedes pensar: porque tengo que pedir perdón si soy yo quién tiene la razón. En ese caso piensa que puede llegar el día en el que te sorprendas viéndote asolas con tu compañero el orgullo por no haberte querido nunca bajar del burro.

El orgullo en sí mismo es hasta contraproducente, ya que la persona orgullosa como lo hace todo perfecto no concibe que tenga que mejorar en ningún aspecto de su vida y acostumbra a quedarse estancada sin darse cuenta. Este tipo de orgullo no tiene nada que ver con el amor propio que es de lo más saludable.

Una cosa es sentirse orgulloso por algo que has hecho o por un logro que has conseguido, la otra bien distinta, que sucede a veces es que ese logro te confiera autoridad para humillar, pisotear o insultar a las personas que te rodean.

Como habrás deducido el orgullo no es un buen consejero y la ruptura con la confianza excesiva propia de las personas orgullosas es esencial para dar pie al crecimiento personal.

Y ya para terminar, solo quiero recordarte que cuando percibas este tipo de orgullo en casa propia o ajena no dudes en: ¡Bajarte del burro y patearlo con todas tus fuerzas!



http://apagandofuegos.us11.list-manage2.com/subscribe?u=faee8b8a0ac516e3c0b2ae263&id=a6f62a3568